REFLEXIONES DE OSAMENTAS





Cepillo los silencios que dejaste en mi cabeza.
Antes, creía que hacerse la muerta bastaba
para no ser herida.
Pero estoy herida -un cadáver sin huesos-
Un cuervo que picotea sus ojos
para morir de origen.
Me adjunto como archivo al buzón de mi conciencia
y llego como  spam de la misma publicidad
que no se cansa de repetirme "Tú  no estás presente".
Todo da igual cuando se vive como un muerto.
Comerse las uñas como una hostia para los nervios.
Santiguarse los calzones por lo virginal de su esencia.
Coser la misma ropa para ir a un sitio que detestas.
Todo da igual si uno  aprende a mirar
las letras pequeñas.
Tú me regalaste las imágenes más bellas:
Una monja cepillándose  el pubis.
Niños que perforan la cabeza de una paloma.
Un bebé en el fórceps del amor no correspondido.
Me cepillo los silencios que dejaste,
antes de irte, 
antes de entender que te callaste 
porque hablar con las paredes,
escuchar la voz de los muertos,
sepultar al perro vivo de tu abuela,
/no lo hacen los que se creen muertos,
sino los locos./
Y yo te cepillo y te cepillo
antes que caigas de mí,
como el último hueso
que extraje de mi dedos
/para que entiendan/
que los locos y los muertos
nunca mienten.
Estoy muerta. 

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