LA NADA EN EL ESPEJO

Llévame en tu corazón como el mar se lleva en su vientre, el reino de los muertos. 
Llévame en el revólver, como la bala que desconoce su destino homicida.
Nada tengo que decir, pero estoy poblada de mí, de mí como  único objeto de crimen.

Escupe la boca que no te pertenece. Escupe la máquina que recorre tu cuerpo como una acupuntura salvaje, extrae lo único que no has alcanzado a perfumar con tu delirio:

LA NADA.

Aquí todo es silencio; una náusea de reconocer las cosas como el cuerpo de un caballo que lleva en su viaje a un jinete muerto. Todo es orfandad de la memoria, una mirada que busca el ovillo del desastre, la antesala del último movimiento.
Yo recorro este camino solitario, sola como un alien disfrazado de turista en un país cosmopolita. Y no hay nadie. Nadie que lleve el féretro de la voz como identidad. Nadie que escriba su pecho en alcantarillas para sentirse vivo. 
Nadie.

Recorro mi cuerpo como vestigio de pertenencia y me llamo nada. Me llamo nada y todos los cadáveres de mi nombre, responden agradecidos.

Comentarios

  1. Qué belleza salvaje. No estás sola, porque otro alien, cuyo disfraz llamó YO, te lee y se reconoce en casa una de tus palabras. Gracias.

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